Son muchos los que han tenido grandes pérdidas humanas en esta pandemia, pero, sin dudas; nadie se prepara ni espera regresar a la patria a enterrar a su madre en una circunstancia tan terrible, cruel, inhumana y dolorosa.
Ha dejado atrás al extraño; lloraba a un hijo. Ahora necesita caminar un poco más, tal vez llegue hasta la Puerta del Sol. Necesita caminar su ciudad y buscar la mirada de su madre entre la gente. No hay más que hacer. Todo parecía tan distinto ahora, ese espíritu vivaracho y sandunguero de los madrileños estaba apagado. Miraba al cielo y sonreía.
“¿Cómo he de volver a casa?”, la isla que escogió para emigrar y que sentía como propia le esperaba. “¿Podré regresar con este dolor en mis entrañas?" El ruido del tranvía irrumpió sin piedad, le trajo de regreso al 2020, interponiéndose entre sus ideas y su vulnerabilidad emocional. Se detuvo de repente y miró alrededor para revisar donde estaba. Paseo del Prado leía a su derecha, había caminado lo suficiente para aturdirse.
Un escalofrío casual lo sacudió. Volteó a mirar a su alrededor, tenía la sensación de que su madre le observaba. Esta vez no se equivocaba, solo que no la veía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario