sábado, 12 de agosto de 2023

La niña valiente de Vancouver

agosto 12, 2023 0 Comments

Photo by E. Jiménez (All rights reserved)

Ella había cruzado dos fronteras con sus hijos para salvarse y para salvarlos de la violencia. Lejos de la familia que su corazón había elegido, sin recursos, sin conocer el idioma y a pesar de todo eso no entendía lo brava y valiente que era. Yo la veía, pero ella no se había visto así misma. 


Ya ha pasado un buen tiempo, sus hijos crecieron (incluso es abuela), son gente de bien, profesionales y ciudadanos responsables. Y si eso no es otro logro ¿Qué lo es?  


Aún lleva a flor de piel la niña valiente que no supieron proteger. Sus ojos bonitos, dulces y llorosos van cargados de ternura, inocencia y sentimiento. En el momento que verbalizo “que no había hecho nada de lo que sentirse orgullosa”, fui la extraña impetuosa que intentó recordarle lo grande que era.


Se apaga el sol en Vancouver y desde English Bay con mi rosé en mano te celebro niña valiente.


D: I purple you♥  

domingo, 18 de junio de 2023

Sanación de la musa

junio 18, 2023 0 Comments


Poco mas de un año sin escribir.... y no es que no haya tenido historias para contar. He hecho suficientes viajes y he conectado con nuevas almas, hay mil historias; pero mi musa se encontraba dormida.

Un proceso de sanación no tiene fecha de comienzo o fin, es orgánico, va a su paso, a su ritmo. El mío parece estar avanzando mas por estos días. 

Mientras, sigo recogiendo las vivencias de las almas que me han tocado de cerca en el último año y pronto volveré a contarles sobre ellas. 

Elsie Yadira




martes, 10 de mayo de 2022

La paz lo vale todo

mayo 10, 2022 0 Comments

Photo by E. Jiménez (All rights reserved)


“A veces las personas no están destinadas a quedarse para siempre, a veces solo llegan para ser una lección de vida”. Ese razonamiento me abrazaba, me hacía sentir menos culpable por no haber ayudado a perpetuar la infelicidad. 


¿Podría haber aguantado más? ¿Debí acostumbrarme a los insultos? ¿Dramatice o exagere en pensar que me faltaba al respeto cuando se burlaba de mis emociones?¿Como llegué a permitir que me golpeara?


¡Claro que no!; me escuché decirlo a gritos. Miraba hacia el final del viñedo, justo donde comenzaba el río. Exhale con fuerza, negando con la cabeza una y otra vez. Por mas que la sociedad intente decirnos y hacernos sentir que es nuestra culpa, no lo es, nunca lo fue. 

Foto por E. Jiménez (Todos los derechos reservados)

                         

Me había quitado los zapatos y caminaba descalza por el viñedo, ese instinto de libertad y conexión. Arrastraba mi vestido azul de fiesta, mientras me acercaba al río. Comenzaba a atardecer, el cielo cambiaba sus colores y en la distancia, el sonido del último tren del día, intentaba interrumpir mi trance. Nuevamente repase la vista, finalmente estaba en paz, y la paz lo valía todo.



domingo, 6 de febrero de 2022

El jardín

febrero 06, 2022 0 Comments

 

Foto por E. Rivera


Caminaba por tercera vez el laberinto, rodeado de plantas. Un jardín tranquilo, florecido y cubierto de mariposas. El agua cayendo de la fuente creaba un sonido tenue y fresco, una sensación de paz que hacía mucho no sentía. Pequeños sonidos capaces de opacar la cercanía de los autos y el tren. 


Vio su reflejo en el estanque,  sintió que estaba en un oasis. Un oasis en medio de una ciudad tan dura y abrumadora,  llena de estructuras sin sentido y edificios capaces de cortar la vista al cielo. Respiro profundo y se concentró en el sonido del agua. Por un instante pensó que estaba en otro país. 


“Deja tu mente en blanco”, repetía para sí. Comenzó a cantar, tocaba las flores, les tomaba fotos con el móvil y regresaba su mirada al cielo, sonriendo. Le gustaba ese karma, la llenaba de energía y felicidad. El jardín apaciguaba el dolor que aun contenía. Aún así sonreía, sabía que el dolor no duraría para siempre.


Se sentó en el césped. Se había rendido ante los rayos del sol, reía; ahora a carcajadas. En su corazón sabía que ese momento era único e irrepetible. Se permitió ser niña, jugar con las mariposas, correr detrás de los patos y alimentar los peces en el estanque.


Se había quitado los zapatos, la sensación de caminar descalza le gustaba, se sentía libre. Dejaba así atrás el qué dirán, el peso social, la opinión de su familia, lo que dirían los conocidos y el juicio de cualquiera que no comprendiera su sentir. 


Repasó con la mirada por ultima vez el jardín, suspiro mientras llovía en sus ojos negros. Mientras se ponía en pie, una inmensa sonrisa se disparó en su rostro. Agarró su mochila y emprendió su nuevo camino. El bote al ashram le esperaba.  


jueves, 23 de diciembre de 2021

Querida Navidad: Gracias por tanto, aunque no crea en tí

diciembre 23, 2021 0 Comments

Photo by cottonbro from Pexels
 

Desde siempre, sé que desde siempre no he creído en ella. De hecho, nunca creí en todo ese cuento de la virgen, el milagro, el pesebre nada de eso. Pero, crecí en un hogar católico, con familiares católicos y por 13 años fui a colegio católico y entre las monjas y la familia no había opción.

Excepto por ese pequeño detalle, yo amo la Navidad. Las memorias más hermosas de mi niñez, los momentos más hermosos de compartir con gente amada, los eventos familiares que más atesoro, la vibra más chispeante de mi nación, la capacidad temporal de la empatía y solidaridad de la gente, por eso y por muchas otras cosas amo la navidad.

El aprendizaje más grande para mí ha sido, la tolerancia hacia lo que no creo, y la empatía de no juzgar a los que si creen en ella desde el aspecto religioso. Así que sin creer (del creer de creer en la religión cristiana) me parecen hermosas las misas de aguinaldo, los villancicos navideños, la decoración cristiana alusiva al nacimiento, la tradición familiar de cenar juntos, la solidaridad con los más vulnerables, las llamadas de amigos y familiares, las postales que todavía llegan y los rostros de alegría de los que verdaderamente creen en ella.

Querida Navidad:

Gracias por los recuerdos más hermosos y los más dolorosos.

Gracias por las luces de mi árbol navideño, el cual mi madre nos enseñó a mirar desde el suelo y hacia arriba, justo debajo de él.

Gracias por las noches de envolver regalos para mis hermanas, por la adrenalina de esconder juguetes sin que ellas supieran.

Gracias por las canciones cristianas cuya letra recordare toda mi vida.

Gracias por el recuerdo del olor a pino.

Gracias por la disciplina de todo el año para que el viejo gordito me trajera regalos.

Gracias por la leyenda de los reyes magos que mi padre pintó para mí en orión.

Gracias por tantas fotos de amigos y familiares disfrutan lo más sencillo.

Gracias por las risas frente a un plato típico y una mesa llena de familiares.

Gracias por la oportunidad de regalar a los que no tienen.

Gracias por la imagen eterna en mi mente de mi padre con luces de colores en mano, de mi abuela con su rosario, de mis primos con sus juegos, de mis hermanas con sus muñecas y de mi madre en la cocina puesta para a tradición preparando un manjar.
         

domingo, 26 de septiembre de 2021

Te esperaba, pero no estas.

septiembre 26, 2021 0 Comments


Photo by Edu Carvalho from Pexels

Me he bajado del Uber con mucha dificultad. Maleta grande, baúl pequeño. Mi conductor no hizo ni un gesto para ayudarme, en fin, lo normal. No bien había echado una breve mirada a la casa y mi Uber ya había desaparecido.


“La casa está intacta”, decía para mis adentro repasando con la mirar cada flore del jardín. Arrastrando a Karma (así le he llamado a mi maleta) lentamente, camine hasta la puerta he hice sonar el timbre. Había hecho esto tantas veces, sabía como funcionaba. El timbre sonaría y acto seguido Rico ladraría descontroladamente, sería el primero en asomarse. Le seguirían los pasos lentos y pesados de mi abuela, su risa y su particular “nena ¿que tú haces aquí”, porque siempre he llegado sin avisarle. 


Ahí estaba yo, pasada las una de la tarde, sofocada con el sol veraniego pegando duro en mi rostro, mi cubre bocas empapado de sudor. “Paciencia ten paciencia”. Cinco minutos después, seguía esperando por ella. “¿Qué pasara que abuela no abre la puerta? Estaba lista para desafiar una vez más las normas, y comenzar a gritarle como una parcelera “abuela, abre la puerta”. Un escalofrío me recorrió desde la cabeza y hasta la espalda.    


No tenía que seguir esperando, ese escalofrío me hizo realizar que hacía hace un año que mi abuela había muerto. Y yo, aún en el sol, esperaba verla abrir esa puerta, como en los viejos tiempos. Respire pesado, y las lagrimas me atacaron. Agarré el móvil y llame a la casa “ábreme tía que estoy en la puerta”.    


lunes, 10 de mayo de 2021

El cuaderno de viaje

mayo 10, 2021 0 Comments

 




“Llévatelo para tu viaje y escribe un libro”, fue lo último que escucho antes que la llamada terminara. Palabras sabias la de su amiga, escritora consagrada y quien era capaz de hacer una historia de cualquier detalle. Así fue como comenzó la aventura del último cuaderno que le regalara sabe Dios quien, en la fiesta de su cumpleaños número cuarenta. 


“Cuando cumples cuarenta lo menos que te interesan son los regalos, o al menos a mí no me interesan”, comentaba entre risas con sus hermanas. Para ella lo verdaderamente importante era mantener recuerdos inolvidables de sus amigos, familiares y personas amadas. 


Pero este regalo era especial, “quien lo trajo te conoce muy bien”, era el único pensamiento que insistía en su cabeza.  Llego justo a tiempo y con unas palabras muy sabias. Era un cuaderno de piel rosada, encintados crema y con una inscripción bordada en color oro que leía “Solamente haz lo que el corazón te diga": princesa Diana de Gales. El cuaderno venia acompañado de un lapicero con la frase en inglés “Happy”. Así que después de intentar sin éxito localizar quien le regaló semejante belleza, dejo de resistirse y empezó escribir.


Lo pensó tantas veces, pero su autoestima nunca fue lo suficientemente robusta para encontrar algo de importancia o de interés que decir sobre su vida. Parece mentira que llegara a esta edad sin tener la fortaleza y determinación para algunas cosas. Solo para algunas, por qué tomar aquel avión y llegar al puerto de Santa Mónica no me tomo ni un segundo decidirlo. 


Y allí estaba, en aquel restaurante enclavado frente al puerto, con las columnas cubiertas de enredaderas y trinitarias, con una vista al mar imponente y con brisa fresca. Pasaba veloz el mes de julio, veraniego y caliente. Por un momento olvido que estaba del otro lado del mundo y entre el calor y el salitre sintió que estaba en casa. En la isla caribeña con vista al Atlántico. 


Entonces, extasiada contemplaba los transeúntes y la vida de aquel puerto. Festivo, colorido, lleno de muchos idiomas donde muchas culturas se entremezclaban. "Una copa de vino señora", un mesero rompió su burbuja de salitre. Venía vestido muy finamente, ya que el lugar lo ameritaba, pero traía consigo toda la espontaneidad de la cultura californiana, con piercings en las cejas y la boca y cabello marrón y morado. 


Se sonrió como buena cómplice, “tinto por favor, que el blanco es para las niñas que lloran y el tinto para las mujeres que tienen garras", dijo con su inglés roto por el acento boricua. Asintió un poco sorprendido y se retiró.


Buscó su cuaderno sin dueño para ojear algunas líneas que había escrito. Unas palabras por aquí, unas letras por allá. Decidió comenzar a escribir palabras que llegaran a su mente al azar, dejando que su espíritu agitado estallara sin limitarse. Dos lágrimas nublaron su visión del mar, las limpio en fracción de segundos, pero no lo suficientemente rápido para que el mesero no las viera. "Si quiere voy por el blanco", le guiñó un ojo devolviéndole un gesto de complicidad, no tenía opción; sonrió. 


Cuando miró su cuaderno, yo había escrito sin darse aún cuenta la palabra libertad: Libertad. Su espíritu era astuto, sabía que llevaba tatuada esa palabra en su piel. Sabía que las almas libres no tienen miedo, sabía cuánto había luchado por aquel momento de soledad e introspección. Lo sabía ahora pero no lo había sabido siempre. Era mucho lo que le había costado despertar del letargo que fue su vida por mucho tiempo. Salir de lo esperado y ser libre, había costado muchas lágrimas. Ahora valoraba y recordaba cada una de ellas.

©Elsie Y. Jiménez-Todos los derechos reservados 2021


La niña valiente de Vancouver

Photo by E. Jiménez (A ll rights reserved ) Ella había cruzado dos fronteras con sus hijos para salvarse y para salvarlos de la violencia. L...