lunes, 27 de mayo de 2024
sábado, 12 de agosto de 2023
La niña valiente de Vancouver
Ella había cruzado dos fronteras con sus hijos para salvarse y para salvarlos de la violencia. Lejos de la familia que su corazón había elegido, sin recursos, sin conocer el idioma y a pesar de todo eso no entendía lo brava y valiente que era. Yo la veía, pero ella no se había visto así misma.
domingo, 18 de junio de 2023
Sanación de la musa
Un proceso de sanación no tiene fecha de comienzo o fin, es orgánico, va a su paso, a su ritmo. El mío parece estar avanzando mas por estos días.
Mientras, sigo recogiendo las vivencias de las almas que me han tocado de cerca en el último año y pronto volveré a contarles sobre ellas.
Elsie Yadira
martes, 10 de mayo de 2022
La paz lo vale todo
“A veces las personas no están destinadas a quedarse para siempre, a veces solo llegan para ser una lección de vida”. Ese razonamiento me abrazaba, me hacía sentir menos culpable por no haber ayudado a perpetuar la infelicidad.
¿Podría haber aguantado más? ¿Debí acostumbrarme a los insultos? ¿Dramatice o exagere en pensar que me faltaba al respeto cuando se burlaba de mis emociones?¿Como llegué a permitir que me golpeara?
¡Claro que no!; me escuché decirlo a gritos. Miraba hacia el final del viñedo, justo donde comenzaba el río. Exhale con fuerza, negando con la cabeza una y otra vez. Por mas que la sociedad intente decirnos y hacernos sentir que es nuestra culpa, no lo es, nunca lo fue.
Foto por E. Jiménez (Todos los derechos reservados)
Me había quitado los zapatos y caminaba descalza por el viñedo, ese instinto de libertad y conexión. Arrastraba mi vestido azul de fiesta, mientras me acercaba al río. Comenzaba a atardecer, el cielo cambiaba sus colores y en la distancia, el sonido del último tren del día, intentaba interrumpir mi trance. Nuevamente repase la vista, finalmente estaba en paz, y la paz lo valía todo.
domingo, 6 de febrero de 2022
El jardín
jueves, 23 de diciembre de 2021
Querida Navidad: Gracias por tanto, aunque no crea en tí
domingo, 26 de septiembre de 2021
Te esperaba, pero no estas.
Me he bajado del Uber con mucha dificultad. Maleta grande, baúl pequeño. Mi conductor no hizo ni un gesto para ayudarme, en fin, lo normal. No bien había echado una breve mirada a la casa y mi Uber ya había desaparecido.
“La casa está intacta”, decía para mis adentro repasando con la mirar cada flore del jardín. Arrastrando a Karma (así le he llamado a mi maleta) lentamente, camine hasta la puerta he hice sonar el timbre. Había hecho esto tantas veces, sabía como funcionaba. El timbre sonaría y acto seguido Rico ladraría descontroladamente, sería el primero en asomarse. Le seguirían los pasos lentos y pesados de mi abuela, su risa y su particular “nena ¿que tú haces aquí”, porque siempre he llegado sin avisarle.
Ahí estaba yo, pasada las una de la tarde, sofocada con el sol veraniego pegando duro en mi rostro, mi cubre bocas empapado de sudor. “Paciencia ten paciencia”. Cinco minutos después, seguía esperando por ella. “¿Qué pasara que abuela no abre la puerta? Estaba lista para desafiar una vez más las normas, y comenzar a gritarle como una parcelera “abuela, abre la puerta”. Un escalofrío me recorrió desde la cabeza y hasta la espalda.
No tenía que seguir esperando, ese escalofrío me hizo realizar que hacía hace un año que mi abuela había muerto. Y yo, aún en el sol, esperaba verla abrir esa puerta, como en los viejos tiempos. Respire pesado, y las lagrimas me atacaron. Agarré el móvil y llame a la casa “ábreme tía que estoy en la puerta”.
La despedida
Foto por Igor Starkov No estaba listo para una nueva relación, mucho menos para amarla. Consternado con lo que sentía, emprendió la despedid...