Justo leyendo este mensaje “If you cannot learn to forgive, you shall stay imprisoned with the unforgiven, let go of what was & live in the present”, sonaba en mi iPod una clásica de los 90… “claro que se perder, no será la primera vez, hoy te vas tu, mañana me iré yo”, recordé así una de esas fallidas historias de amor. Gran parte de mi camino espiritual en este plano (vida, mundo, existencia como quieran llamarle) se ha tratado del perdón. El perdón, sí; ese que tanto se pregona y no se practica.
El perdón es un proceso que no puede existir sin el odio o el rencor. Es decir, el rencor y el odio solo son caminos que nos ayudan a crecer, aunque parezca cliché; es cierto. Todas las religiones que conozco así lo afirman. Y mientras más profundas son las heridas, más nos aferramos al dolor, al odio y más nos estancamos, más lento se recorre el camino a la liberación. La liberación de perdonar es un proceso que todos nos merecemos.
A mí, como a cualquiera me ha tocado vivir mi proceso de liberación. Una de esas historias de “amor” que se convirtieron en desamor, dejó en algún momento una herida brutal en mi espíritu. De ahí a odiar fue rapidísimo, pero al menos yo, nunca pude con el peso del odio. La necesidad de soltar esa carga fue lo que me llevo a buscar la liberación. Tomó tiempo, tomó años, pero al mirar atrás hoy me siento en paz.
¿Qué aprendí? Que odiando y guardando rencores solo obtienes dolor para ti. Que incluso aquellos que te han herido y se merecen tu odio tienen derecho a pedir perdón y que aun cuando no lo pidan o no se lo merezcan, aun así, liberarte de esa carga será una gran diferencia en tu vida. El perdón es un regalo que le hacemos a nuestra alma.
Solo tú decides cuando te liberas….
"Demente por creer en el perdón a toda cuesta aun cuando la herida fue violenta y dejar que sea Dios el que te va a pagar" (Tercer Cielo)
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