Hablaba recientemente con un buen amigo que lleva mucho tiempo en una relación amorosa que no va a ningún lado, cuando analizábamos qué lo mantenía ahí me di cuenta que en alguna forma yo había estado en su situación algunas veces: sentía que tenía que lograr algo con esa persona.
Le llamamos el “puppet project” porque nos convertimos en ventrílocuos de una marioneta a la cual terminamos diciéndole (o intentando) como vestir, que estudiar, como hacer una u otra cosa, como curarse emocionalmente, como comportarse, que decir, que no decir, como reaccionar Etc. Etc. Etc.
Y lo mejor es que utilizamos tantas frases bonitas para excusar a esa otra persona (o a nosotros mismos) de mantenernos en una relación de total dependencia. A ver si reconocen estas frases:
“Pensé yo podía curarle todo ese daño”
“La crianza que le dieron la hizo ser así”
“Ella no ha tenido quien la guie”
“Tuvieron la oportunidad de tener a un buen hombre en las manos y lo que hicieron fue dañarlo”
“La estoy enseñando a conocer y disfrutar la vida”
“Me da lo que necesito por ahora aunque no la ame”
“Él es así por todo lo que le ha tocado vivir, quiero ayudarle a cambiar eso”
¿Por qué tenemos esa necesidad de sentir que somos responsables por ayudar a sanar, curar, cambiar o aprender a los demás?
¡No gente! No es nuestra responsabilidad reparar las almas dañadas, hacer cambiar a nadie (así no funciona el cambio), curar el dolor emocional o espiritual de alguien (es un trabajo muy personal).
Ni usted, ni yo, ni nadie es el “salvador” de una relación o de una persona. Las relaciones, sea cual sea, es un trabajo continuo de las dos parte envueltas, ni más fácil, ni menos trabajoso. Usted decide que cargas lleva consigo, y a veces o la sueltas y vuelas o te aferras con todas tus fuerzas y te hundes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario