Doy vuelta en la primera esquina, el frío me entumece las manos con todo y guantes. Caminar se hace complicado, varias libras adicionales de ropa de invierno me maltratan. Por un instante extrañe mi húmedo calor tropical caribeño.
Vuelvo a girar. Reconozco esta calle a pesar de nunca haber estado aquí. O al menos en esta vida. Es una mañana fría, callada y vacía en Innsbruck.
Escucho sonar las campanas de la Spitals Kirche; el corazón espantado y de fondo Los Alpes nevados. ¿Sera una visión?
¡No!, me digo a mi misma; a veces el tren equivocado puede llevarte al lugar correcto.
Entonces, suspire, pedí una mesa y me senté. Alce la vista hacia el nevado y me perdí.
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