Nunca pensé que lloviera tanto en Paris. Pero en pleno invierno el mes de marzo nos daba con toda el agua que podía. Lo bueno de que llueva todo el tiempo mientras caminas es que puedes llorar y nadie nota tus lágrimas.
Repasaba la ruta; hablamos de ella tantas veces. “Nos hospedaremos aquí”, “cenaremos allá”, “haremos el amor mirando a la Torre Eiffel” y “Tomaremos café en Montmartre”. La ruta ya no era nuestra, ahora; era solo mía.
Entonces reorganice mi ruta, camine por las calles vacías y hermosas. Deje que mis pies invitaran la aventura parada por parada. Me detuve a tomar fotos de lo cotidiano, de lo frágil, de lo ostentoso.
Y encontré aquel café parisino; pedí una mesa, una crepa y un café. En Paris llovía y todo me parecía tan hermoso, incluso ese café sin ti.
Viajera Indigo, Hermosas reflexiones. Gracias por hacernos parte de ellas.
ResponderEliminarGracias a ti por leerme! 🙏🏻
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