¿Cuantas veces ese amigo, familiar o conocido te ha pedido
un consejo? ¿Cuántas veces te ha contado una y otra vez eso que lo agobia o lo
aflige? Pero, ¿Cuántas veces te ha escuchado? ¿Cuántas veces ha acogido tus consejos?
¿Qué acciones ha tomado para cambiar su situación?
La mayoría de las personas tenemos la tendencia a quejarnos
una y otra vez y otra vez sobre los mismos temas, situaciones, personas; pero consciente
o inconscientemente no tomamos acciones que nos lleven a terminar con eso que
tanto nos molesta.
La razón principal por la cual las personas se paralizan y
se quedan en la inacción es el miedo (ya habíamos hablado de este señor en nuestro
post ¡Hola! Yo soy el Miedo). El miedo paraliza, crea excusas, crea conductas y
comportamientos que van en contra de nuestro bienestar y dignidad. Por tanto,
no puede haber cambio si hay miedo.
Sin dejar de un lado la compasión y nuestro deseo de ayudar,
no podemos perder de perspectiva que no es nuestro trabajo, responsabilidad ni obligación
lidiar, aguantar, tolerar o soportar la constante queja e inacción de una
persona sobre los asuntos que son únicamente su responsabilidad.
Entonces llega el día donde entiendes que no tienes que
cargar a nadie, que cargar a la gente solo hará que se mantengan más tiempo en
la inacción y el miedo. Entonces, haces la paz contigo y fluyes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario